Con reminiscencias hegelianas, en cuanto a que el trabajo fue vertebrado presentando en primer lugar una tesis, luego su antítesis y, por último, una tentativa de síntesis -o, mejor conclusión que, en algún caso, puede ser más claramente inclinando la balanza hacia el criterio favorable o su antagónico- afronto el examen de distintos aspectos de la vida de Rosas -a nivel humano, y en un plano más estrictamente gubernativo-. Presentaré las cuestiones en forma sucesiva, sin intermitencias.
De entrada, evito los títulos prejuiciosos como "Rosas, un personaje indefendible" (González Arrilli) o algo de la índole de "El Ilustrísimo Restaurador de las Leyes e Insigne Héroe del Desierto". Prefiero un título neutral, prescindente de las calificaciones previas. Lo hago despojado en lo posible de veredictos preliminares teniendo como norte la objetividad histórica, conciente de las limitaciones humanas para que cristalice este ideal. Se trata, obvio es decirlo entonces, de una aspiración, aunque seria.
Una palabra más sobre el método que empleo: las tesis y sus respectivas antítesis, se formarán transcribiendo literalmente argumentos de párrafos ya editados, en algunos casos brillantes -al menos desde el punto de vista literario-, de historiadores conocidos. Del juego de estas opiniones disonantes, intentaré extraer alguna conclusión más personal, dando preeminencia a los testimonios documentales, dentro de un contexto de razonamiento crítico. Se advertirá a lo largo de la lectura del artículo un estilo moderado, sin el halo vibrante que exhiben muchos libros y artículos sobre Rosas, que son muy amenos y apasionantes para leer pero que, lamentablemente, muchas veces adoptan una actitud categórica que no ayuda a la objetividad histórica ya que sus tintes retóricos y sus oropeles literarios los acercan, precisamente, a eso: a la literatura.
tesis: Rosas era un cobarde
Fue un cobarde. (Mandó a sus "generales" a las luchas. De Caseros huyó tres horas antes de terminada la batalla...Se refugió en la Legación Británica, y en la noche, custodiado por soldados extranjeros, se embarcó para Inglaterra. ¡Ah, criollo! Lo llamaban "Vejiga", porque cada vez que había que salir a campaña, como no fuera para acaparar tierra como cuando su conquista del desierto) alegaba que sufría mucho del mal de orina" (Gonzalez Arrilli, Bernardo "Rosas un personaje indefendible" en "Con Rosas o contra Rosas", varios escritores, pág. 97, Ediciones Federales, Buenos Aires, Argentina, 1989).
antítesis: Rosas era valiente.
"Después de la rendición de los ingleses Liniers quiso significar a los padres del joven Rozas su agracimiento pro el servicio que éste acababa de prestar, enviándoselo con una honrosa carta, en la que les manifestaba que se había conducido con una "bravura digna de la causa que defendía". En seguida, Juan Manuel se alista en el cuerpo de Migueletes de caballería, formada con otros para defender la patria de la nueva invasión que se anunciaba, y así asiste a las jornadas memorables del 5 y 6 de julio de 1807, que terminaron con la capitulación de Whitelocke. Así gana su grado de alférez, y Martín de Alzaga y don Pedro Miguens lo refrendan en la carta enviada a su padre, don León Ortiz de Rozas, acreditando su buen comportamiento en la campaña" (Antonio Saldías, "Es necesario revisar la historia argentina", en "Con Rosas...cit., pág. 109).
síntesis: De la compulsa de estas opiniones contradictorias, podemos extraer alguna conclusión, sin embargo:
Consta que, en algunos momentos bien precisables -y ésto está históricamente documentado- Rosas, por así decirlo, "ejerció" la valentía. Las conjeturas opuestas, a saber, las que atribuyen cobardía a Rosas, se fundan en suposiciones. Más que en actos positivos de cobardía, se cimentan en abstenciones en el frente de batalla en diversas ocasiones. Analizando los datos precedentes con base en el sentido común, observamos que está acreditado que Rosas tuvo actitudes de valentía y actitudes omisivas -que algunos juzgan cobardes-, en ciertos casos. Entonces: Una hipótesis posible, es que un hombre que probó ser valiente, en algún momento, por razones desconocidas, cambió radicalmente y se transformó en un cobarde. Esta hipótesis no parece la más razonable, porque asumir semejante cambio de temperamento no parece ser tan simple y, en todo caso, habría que demostrarlo. Pareciera más lógico suponer (en mi criterio) que, consciente de la enorme responsabilidad que tenía sobre sus hombros, haya pensado que debía preservar su vida y no exponerla innecesariamente. Incluso, eso se compadece muy bien con la psicología de alguien que -con razón o no- se cree instrumento de la Providencia o del Destino, con una misión histórica colectiva determinada y que, por tanto, no debería ponerse al frente de sus milicianos en todo momento poniendo en riesgo, en definitiva, no sólo su propia existencia, sino todo lo que ella entraña, por así decirlo, "cósmicamente" : en tanto figura con un destino histórico trascendente; más allá de que ésto sea cierto o no: es una cuestión psicológica, y pareciera que muchos dictadores tienen una opinión sobre sí mismos más o menos como la bosquejada, rasgo psíquico que algunos llaman "mesianismo". Parece lo más lógico que, quien cree llevar sobre sus hombros una misión histórica relevante y trascendente -de hecho la responsabilidad de Rosas, se discrepe o coincida con él indudablemente lo era- intentara poner a resguardo su vida antes que exponerla inncesariamente siendo así, como alguna vez se atribuyó el mote a otro personaje histórico, una suerte de "espada sin cabeza". Luego, Rosas no habría sido un cobarde, sino un hombre empapado de su deber que intentaba no exponer su vida en cada oportunidad que se le presentase, dadas sus altas responsabilidades de gobierno. Una palabra con respecto a la alegación de "mal de vejiga" que menciona González Arrilli como excusa esgrimida por Rosas para no presentarse en el frente de batalla. En el Nro. 308 de "Todo es Historia", se menciona que el Gobernador fue intervenido con una operación en la vejiga porque tenía cálculo (León Tenembaum, "Los dientes de Rosas"), lo cual le confiere cierta verosimilitud al argumento enunciado por Rosas. Quedaría por establecer, si la afección de cálculos es anterior o posterior a las oportunidades en que Rosas pudo estar capitaneando sus tropas, todo ello en relación también con la fecha de la operación mentada y si existe documentación fidedigna con respecto al resultado de la intervención quirúrgica. Aún en caso de imponerse una conclusión desfavorable a Rosas, ello no invalida su valentía, en el sentido de que tal vez no se expusiera en las batallas por las razones políticas enunciadas más arriba y refrendado por los elogios recibidos oportunamente por su "bravura". Por otra parte, quien dirigió la expedición al desierto alejando en alguna medida el peligro indio -que era tan concreto entonces- no parece tener la catadura de un cobarde.
tesis: Rosas fue honrado (ver las consideraciones de abajo).
antítesis: Rosas no fue honrado: Por lo que respecta a la impecable honradez de Rosas, cabe reconocer que sus más enconados adversarios la han aceptado...Más si no abusó en propecho propio de la renta pública, desmadrada hasta la angustia, echó mano de la tierra pública para premiar a sus secuaces. Se me dirá que la tierra nada valía a la sazón...Con todo, es indefendible una política de inaudito privilegio, carente de todo alcance y significación social. Lejos de procurarse el estímulo al trabajo, a la colonización orgánica, al asentamiento de la población en tierras laborables, el propósito se orientaba hacia la creación de intereses para asegurar el afianzamiento y la defensa del régimen (La sombra del Restaurardor, Antonio Orgaz, en "Con Rosas o contra Rosas", cit., págs. 117/118).
síntesis: De acuerdo a las lecturas precedentes, en principio parece éste uno de los puntos menos polémicos para la figura del Restaurador. En efecto, incluso sus opositores, en su enorme mayoría, le atribuyen un manejo de las finanzas bastante escrupuloso, y no hay mayores sombras en cuanto a este aspecto de la cosa pública bajo la "férula" de Rosas. Por consiguiente, crreo que puede sin temor a errar, establecerse que fue un gobernante básicamente honrado, característica que, lamentablemente, mucho se ha visto no abunda en los funcionarios públicos del país.
tesis: Rosas escribía mal.
"En su libro "Rozas en el destierro" (Buenos Aires, 1936) dice en la página 70, textualmente: "Hemos visto cómo escribe cuando redacta por sí solo (Dellepiane se refiere al testamento de Rosas, obra de la ancianidad), y sin valerse de los secretarios que siempre utilizó desde los primeros pasos en la vida pública. En igual forma vulgar y oficinesca se expidió invariablemente en todos los escritos que produjo. Debemos, así, rechazar como suyos todos aquellos que no obstante llevar su firma, se distinguen por la corrección del texto, la elevación de las ideas o la belleza, aún ínfima, del estilo. Con perfecta seguridad podemos afirmar que ninguno de los documentos notables por él suscritos como hombre público, ya se trate de proclamas, mensajes, discursos o cartas políticas, le pertenecen" (Gálvez, Manuel, "La proclama de Napostá, en "Con Rosas o contra Rosas")
antítesis: Rosas escribía bien
Al respecto, resulta esclarecedor lo siguiente: ¡Soldados de la Patria! Hace doce meses perdísteis de vista vuestros hogares para internaros por las yermas y vastas pampas del Sur. Habéis operado activamente, sin cesar, todo el invierno, y terminados los trabajos de la campaña de un año como os lo anuncié al tiempo de nuestra marcha. Vuestras lanzas han despoblado de fieras el desierto, han castigado los crímenes y vengado los agravios de dos siglos. Las bellas regiones que se extienden hasta la cordillera de los Andes y las costas que se desenvuelven hasta el afamado Magallanes quedan abiertas para nuestros hijos. Habéis excedido las esperanzas de la Patria, pero, entre tanto, ella ha estado en desgracia por la furia sañosa de la anarquía. ¡Cuál sería hoy vuestro dolor si cuando divisáis ya en el horizonte los árboles que marcan el asilo doméstico, alcanzáseis a ver las funestas humaredas de la guerra fratricida!...Compañeros: Juro aquí, delante del Eterno, que grabaremos siempre en nuestros pechos la lección que se ha dignado darnos, tantas veces, de que sólo la sumisión perfecta a las leyes y la subordinación respetuosa a las autoridades que por él nos gobiernan, pueden asegurarnos la paz, libertad y justicia a nuestra tierra. Compatriotas: os gloriáis con el título de Restauradores de las Leyes, aceptad el honoroso empeño de ser sus firmes columnas y honrosos defensores. ¡Adiós: Vuestro General , que ha tenido siempre sobrado valor para llenar en esta parte sus deberes, no lo tiene para despedirse de vosotros!". Lo que se acaba de reproducir es la Proclama de Napostá, de marzo de 1834. Confiesa Manuel Gálvez, que encontró este documento, de puño y letra de Rosas y que, ello lo recompensó "de tantísimas horas estériles" transcurridas como hugador de bibliotecas y archivos con resultados poco felices (Gálvez, Manuel, "La Proclama de Napostá", en Con Rosas o contra Rosas...cit., pag. 125).
síntesis: Ante todo, me parece que éste es uno de los puntos menos importantes para juzgar a un personaje histórico con funciones de gobernante. Lo menciono, simplemente, como un rasgo más, que contribuye a la visión integral de una persona, y porque ha sido tratado por otros historiadores. Como alguien escribió, ésto sería semejante a querer formarse un juicio de Federico de Prusia por sus versos franceses. En el fondo la tesis implícita, en muchos casos, es la de querer afirmar que era una especie de "gaucho bruto", como se ha escrito. La impresión que tengo es que quizá fuera desparejo escribiendo, pero que era capaz de escribir páginas inspiradas, con valor literario, quizá sobre todo en momentos como el relativo a la Proclama de Napostá, que exhibe acentos épicos, y que -quizá- no fuera tan bueno su estilo en el marco de otras funciones más estrictamente "administrativas".
CONCLUSION
Ante todo me parece necesario aclarar que este artículo no debe leerse como una apología "a se" del totalitarismo. No argüí aquí en forma descontextualizada. Dicho ésto, creo que un estudio descarnado, lo mas ecuánime posible, despejada la maraña de contradicciones que se reflejan sobre la figura del Restaurador, asepsia lograda con fundamento en documentos históricos reveladores y no en meras suposiciones, nos devuelven una imagen más objetiva de lo que ensalzadores y detractores de Rosas nos dieron, muchas veces cebados por sus adhesiones o fanatismos ideológicos. Surge así la imagen de un gobernante que vivió en tiempos violentos -él mismo ejerció la violencia- caracterizado por las crueldades que desplegaban los dos bandos en pugna -que parecía rivalizaban en la materia- desangrando un país sumido en la anarquía, que quiso poner término a esos males e instituir un orden determinado (muy personalista, como el patrón de una gigantesca estancia), que acaso se extendió en demasía demorando en tal caso instituciones para el país y aspiraciones de progreso legítimas que, a la larga, debían sobrevenir, con los argumentos de fuerza que se venían arrastrando de tiempo ha; que fue honrardo, según lo reconoce la gran mayoría de los propios adversarios; que seguramente fue valiente de acuerdo a las condecoraciones recibidas, precisamente, por su arrojo en combate y las cartas emitidas por las autoridades militares de entonces que así lo atestiguan; que defendió con firmeza la soberanía nacional oponiéndose a exigencias provenientes de potencias mundiales como Francia e Inglaterra (algo así como oponerse a Estados Unidos hoy en día, salvas las diferencias de poder de fuego que hoy existen); no en balde, el Libertador le cedió su sable como legado con palabras elogiosas. Ojalá, dentro de esta senda, surjan nuevos documentos esclarecedores sobre este duro pasado que le tocó vivir a la nación que ayuden a consolidar o, en su caso, revisar las conclusiones de este examen.
Juan Bautista Pfeiffer