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2 abril 2011 6 02 /04 /abril /2011 19:59

Mucho se ha polemizado en torno a la autenticidad -su valor profético- de las Profecías de San Malaquías. Quienes las objetan aducen principalmente que su ajustan con asombrosa pulcritud a los primeros  papas (desde Celestino II), hasta la época de la publicación del libro Lignum Vitae en 1595 (por Arnoldo de Wion) y que los lemas se difuminan a partír de allí, hito que se considera -justamente- como correspondiente al posible fraude destinado a entronizar al cardenal Simoncelli . Ante ésto, es posible contestar que el profeta tal vez no quería ser tan estricto en la alusión a futuro del descubrimiento de las profecías, para no forzar interpretaciones que desviaran al auténtico papa o antipapa por venir, o bien que querría dejar un halo de misterio. De todos modos y aunque el ajuste no es tan categórico, no es posible negar que hay elementos que inducirían a confirmar la posible correspondencia de los lemas de la época más cuestionable (que se extiende hasta la actualidad y al futuro): por ejemplo, "Flos florum" (la flor de las flores) que es la flor de lis que ostentaba el escudo familiar de los Montini (Paulo VI). Habrá quien objete, por supuesto, que la flor de lis es un típico símbolo heráldico (también figura en el blasón de Florencia, donde nació este Pontífice) por lo cual entra plenamente en el dominio de las posibilidades que un eventual papa tuviera ese emblema. Más sorprendente es el lema "Religio Depopulata" (la Religión despoblada) que refiere a Benedicto XV, en cuyo ministerio se produjo la Primera Gran Guerra. "De labore solis", correspondiente a Juan Pablo II, fue interpretado como el origen "oriental" del Pontífice (por su origen polaco es factible, máxime considerando el largo tiempo en siglos sin que asumiera ningún Papa no italiano), pero también se ajusta con asombrosa concordancia a todos los episodios que tuvieron como protagonistas a los países bajo la órbita soviética liberándose del comunismo, incluida la caída del emblemático muro de Berlín. "Acerca de los baños de Etruria", parece ajustarse al hecho de que el Papa supuestamente aludido  provenía de la orden camaldulense, con asiento en Balnes, Etruria, además de la admiración del Pontífice por el arte etrusco, que lo llevó a fundar el Museo de arte etrusco del Vaticano. "La gloria del olivo", lema propio del actual Sumo Pontífice, podría referirse tal vez a la no cuestionable sabiduría de Benedicto XVI, ya que ese elemento es símbolo de sapiencia. (Como el artículo fue escrito con anterioridad a la fecha de renuncia del papa alemán, era imposible prever que ello sucedería. Actualizándolo, entonces, creo que este gesto, pecisamente, cierra el sentido total de la profecía y probablemente la corrobora, en el sentido de que, mayoritariamente, ha sido juzgado un acto positivo su declinación, lo que no ocurría hace unos 600 años y pasó contadísimas veces en la historia de la Iglesia, por lo que podría ser una de sus mayores muestras de sabiduría, en la medida de que tuvo como objetivo una renovación que, según propias palabras, no podía acometer con sus menguadas fuerzas). Sorprende también el lema "De flumine magno" que atañe a Clemente X, dado que el blasón familiar de este Santo Padre ostentaba una representación de la vía láctea, llamada antiguamente "Magnum flumen". Es decir, a partir de la fecha de las controversias, hay un panorama de lemas inobjetablemente precisos (los anteriores) y otros más dudosos (algunos bastante imprecisos, otros bastante concordantes y que parecen como posiblemente ciertos). Sería cuestión, entonces, de encontrar lemas de la época más discutible que presenten rasgos de concordancia tan precisos que puedan ayudar a elucidar la cuestión. Para mí la clave de bóveda podrá estar dado por un lema en particular, el de Clemente XIV, "Ursus velox", "Oso veloz". El escudo de quien asumió con dicho nombre ostentaba un oso lanzado a la carrera. Este detalle heráldico es muy epecífico, no es un símbolo que abunde en la materia, como podría ser una flor de lis, una torre, un castillo, o unos roeles. Esto podría certificar la autenticidad de la profecía, ya que se trataría de una previsión de más de  ciento cincuenta años. Por supuesto, podría caber la hipótesis de una casualidad, que alguien con ese escudo haya sido cardenal y que el  lema haya "pesado" en el ánimo de los votantes. Pero, de todos modos, es cierto que no resulta estadísticamente muy probable una concatenación tan precisa de circunstancias, por lo cual parecería este lema inclinar la balanza en favor de la hipótesis de la autenticidad. De todas formas, enseguida pueden levantarse reparos. En primer lugar, hay que diferenciar -lo que no suelen hacer los artículos (y aún los libros especializados en la materia)- el origen de los escudos papales. A veces los blasones, tienen un origen familiar. Sin embargo, los Papas tienen sus propios escudos heráldicos (desde ya que todos no han tenido origen noble). En cuanto al caso que  nos ocupa, las obras especializadas, no suelen discriminar estos aspectos tan vitalmente importantes (dado que, la adopción por un pontífice de algún signo inspirado en la profecía, lo único que hace es resaltar el carácter, precisamente, inspirador de tal documento). Alguna obra -las profecías de San Malaquías, Daniel Réju, Lidiun, 1982 - dice sentenciosamente queriendo acreditar el carácter profético del texto- que el blasón de Ganganelli (Clemente XIV) ostentaba un "oso lanzado a la carrera". Para complejizar el asunto, hay estudios en Internet que alegan que la publicación de Ciaconnius, incurre en un error al alterar el texto originario. "Visis velox" (traducido como Visión penetrante) sería el lema real, lo cual echaría por tierra todas las especulaciones anteriores. Una mera recorrida por la copiosa bibliografía sobre el tema, revela que abundan las contradicciones, la mayoría no hace la distinción pero hay unos cuantos sitios en Internet que hacen la salvedad, incluso en los mismos términos, lo que sugiere una transcripción de la misma fuente. Sin embargo, en la obra de José María Igartúa "El enigma de las Profecías de San Malaquías", se insertan fotocopias de la edición original de de Wion, donde puede leerse claramente en las letras góticas medievales la referencia al oso. Por otra parte, en algún sitio de Internet, se aduce que el padre de Ganganelli, oriundo de San Arcángelo, cercano a Rimini, tenía un oso (sin aclararse si rampante, a la carrera o en cualquier otra posición o actitud) en su escudo. Ni siquiera la redacción es muy exacta, ya que el alegado oso podría ser tanto del escudo del padre como del citadino (si lo hubiere). Otras obras como "Las Profecías de San Malaquías" de Rene Fleury, Barcelona, sin fecha, no hacen siquiera mención al tema del escudo y ofrecen otras interpretaciones. Evidentemente, mientras se sigan reiterando publicaciones que repitan largamente el aludido error de "Visis velox" en lugar de "Ursus velox" las especulaciones se dirigirán, de manera infalible, hacia "cualquier lugar". Por otra parte, la apocalíptica alusión al final de la profecía, normalmente considerada parte integrante de la misma -en casi todas las transcripciones-, según la citada obra de Fleury no es más que un comentario del historiador Chacón con lo cual evidentemente no formaría parte propiamente del texto...Incluso, más allá de ésto, algún autor aclara que "persecutione" (persecución) debe leerse como "psecutione", siendo lo primero un error de transcripción (Sueiro, Víctor), con lo cual el verdadero sentido de éste contenido dramático debería interpretarse como "prosecución" de la Iglesia Católica Romana, es decir, decurso, habría aquí una mirada en perspectiva. Sin embargo, debe hacerse una especificación importante: con sólidas razones, en el aludido libro de Igartúa, uno de los más completos y analíticos, se demuestra que en el latín de aquellos tiempos el "per" (de "persecutione") en ocasiones se suprime para dar lugar entonces al "psecutione" pero que, con tal apócope, se llega a distorsionar el sentido real; el autor advierte -por tanto- que la traducción correcta es "persecutione" (el signo de la abreviatura consiste en un pequeño trazo horizontal bajo el ojo de la letra "p"). Como "Petrus Romanus.." figura en un renglón diferente del aludido "In psecutione" y la inicial está a la misma altura que el resto de las iniciales de todos los otros lemas, amén de que el que sería un lema anterior registra un punto que sugiere terminación, arguye que debe interpretarse que es un nuevo lema, siendo entonces discriminado de "In psecutione:::", lo que indica dos Papados distintos. Tal vez uno de los más llamativos lemas de la época controvertida es "Rastrum in portas" ("Rastrillo en la puerta") concerniente a Inocencio XII, de la casa Pignatelli del Rastrello (rastrillo).

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23 febrero 2011 3 23 /02 /febrero /2011 19:55

Hace algunos años, llegó a mis manos un ejemplar de poesía ucraniana, de diversas épocas, traducida al castellano. Como idea global, me quedó la idea de que hay bastante énfasis en aspectos que tienen que ver con un pueblo sufrido, sacrificado, que canta o, mejor aún, expone "catárticamente" su dolor, su conciencia de una vida más bien dura. Lamentablemente ese ejemplar ya no está en mi poder,  pero pude retener en la memoria, por fortuna, los versos de un poema cuyo título y autor, injustamente, he olvidado. Por su calidad literaria, me permito transcribirlo.

 

Soy el celeste herrero,

tengo mi propia herrería.

No forjo hierro ni acero,

trabajo el alma mía.

 

Yo mismo me incinero,

mi espíritu se hace brasa.

Lo licúo y lo vierto,

al móvil que lo rebasa.

 

Sobre el yunque de la vida,

mi corazón emplazo:

que lo castigue la existencia,

con su terrible mazo.

 

Saltan chispas flameantes,

en el espacio señero,

en el sueño cautivante,

soy el celeste herrero.

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23 febrero 2011 3 23 /02 /febrero /2011 06:12

En el artículo anterior expuse mi opinión acerca de la falta de fundamentación correcta del luteranismo en su doctrina central, que consiste, en definitiva, en una distorsión de las Escrituras en la medida en que se hace eco de una parte de ella con una discutible interpretación privilegiándola sobre un párrafo literal que no ofrece mayores dificultades hermenéuticas. Del mismo modo, el calvinismo no parece correr mejor suerte. Sin entrar a analizar a fondo su doctrina de la predestinación y otros aspectos específicos, no puedo dejar de hacer notar un famoso párrafo evangélico que parece refutar el espíritu del calvinismo: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos" (Mt., 19: 23). Curiosamente, uno de los puntos más reconocidos de la doctrina calvinista enseña que la riqueza es un signo de predestinación. Aquí, nuevamente, se observa una colisión frontal entre la palabra directamente pronunciada por Cristo y una interpretación teológica. De todas formas, hay que tener cuidado y discernir con exactitud lo que es la teología formulada por Calvino y lo que es la doctrina calvinista posterior, los agregados y eventuales distorsiones de intérpretes y aun un cierto "espíritu" calvinista, en parte por los postulados de Max Weber, tan conocidos, y que han llegado a producir confusión. Para eso es pertinente remitirse a las enunciaciones formuladas por el propio Calvino: "Pablo excluye los lujos y los excesos de abundancia; porque la naturaleza se conforma con poco, y todo lo que va más allá del uso natural es superfluo. No que la amplitud de las cosas deba condenarse en sí, sino que codiciar siempre es pecaminoso"  (Comentario a la primera epístola a Timoteo: cfr. www.iglesiareformada.com)...  " Los que activamente buscan riquezas se burlan de Dios cuando rezan el Padrenuestro y piden por el pan diario, ya que, por una parte, tienen más que suficiente para sus necesidades y, por otra, no se contentan con el pan diario y quieren mucho más" (Donner, Theo, "Una introducción a la historia y la teología de la reforma". Medellín, Colombia, publ. por Seminario Bíblico de Colombia). Así y todo, de acuerdo a lo que puede llamarse el "espíritu calvinista" tal y cual se lo entiende hoy en día, queda en pie lo dicho más arriba en el evangelio de Mateo.

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29 enero 2011 6 29 /01 /enero /2011 15:07

Si bien existen diversas diferencias entre el protestantismo y el catolicismo (y una concordancia central que es la fe en Cristo), uno de los aspectos más salientes reside en la doctrina luterana que sostiene que las buenas obras no contribuyen a la salvación, dado que el hombre está por el pecado irremediablemente perdido y que únicamente por los méritos de la muerte y resurrección de Cristo puede alcanzar la salvación; esta doctrina fue tomada de una frase del discípulo Pablo, de discutible interpretación que dice: "El justo vivirá por la fe" (Romanos: 1,17).

 Además, es doctrina de Lutero que solamente la Biblia reúne el depósito de la revelación negando toda autoridad a la Iglesia y a la tradición eclesial, quedando el creyente libre para interpretar las Escrituras con la inspiración del Espíritu Santo (lo cual, en la práctica, se traduce en una verdadera "democracia" interpretativa).

Ahora bien, enseña la justa razón que una interpretación de un corpus de doctrina revelada debería ser hecha en forma coherente, presuponiendo lógicamente que su origen divino así lo exige. Quiere decir que la interpretación debe llevarse adelante en forma global, a partir de la lectura de la totalidad de la  Biblia, sin suprimir párrafos que se consideren inconvenientes (para proclamar la autenticidad de la propia tesis). Porque esto equivaldría a falsear el fundamento que, por otra parte, se considera "exclusivo", único.

Si se lee la Biblia y se la examina despasionadamente, se encuentra una frase de San Mateo a mi juicio reveladora: "No todo el que diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los Cielos" (7, 21-27).Ahora bien, un examen detenido de la frase, revela lo siguiente: la invocación: Señor, Señor, evidentemente se dirige a Cristo, lo que presupone la fe en El. Sin embargo, a renglón seguido, se especifica que esa mera invocación no es suficiente para el ingreso al Reino Celestial dado que se exige el cumplimiento de la voluntad divina para que esa entrada sea factible. Esto descarta automáticamente la interpretación -por hipótesis exacta- de la frase de San Pablo acometida por Lutero. Además, debe tenerse en cuenta que la frase primera, la de San Mateo, proviene de un evangelista que tomó conocimiento directo de la palabra de Cristo, por lo cual su testimonio tiene una relevancia especial y debería predominar sobre una interpretación de quien sólo es discípulo, más allá de su innegable importancia. Pero, aceptando que Pablo está inspirado por el Espíritu Santo la respuesta debería ser otra. Además, la inconsecuencia no se presume, máxime en un texto revelado. El propio San Pablo, escribe que Dios juzgará a cada uno "según sus obras" (Romanos, 2,6) y en los versículos inmediatos describe la posibilidad de la vida eterna o la acumulación de la ira de Dios, por lo que la interpretación luterana es incorrecta. Si bien es cierto que antiguamente la invocación "Señor, Señor" se refería a Dios -y no a Cristo-, ello no altera esencialmente las cosas puesto que, de todos modos, la exigencia del cumplimiento de la voluntad de Dios -aclarada por Jesucristo- está expresamente estatuida.

 

                                                                                                             Juan Bautista Pfeiffer

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5 octubre 2010 2 05 /10 /octubre /2010 19:26

A la pregunta: En Dios qué predomina, ¿la inteligencia o la voluntad? respondo: éstos conceptos son propios de categorías humanas; en Dios se aúnan en forma perfecta (como que es perfecto) la inteligencia absoluta y la voluntad absoluta, su inteligencia es su misma voluntad y su voluntad es su misma inteligencia. Luego, no hay un predominio de su voluntad sobre su inteligencia, ni de su inteligencia sobre su voluntad.

                                                                    

                                                                                                               Juan Bautista Pfeiffer

                       

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21 agosto 2010 6 21 /08 /agosto /2010 16:19

Al poema "Van Gogh", que no lleva título, lo leí en el Salón San Martín del Edificio del Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires (año 2010); "Séneca" (tampoco lleva título) fue semifinalista en el Concurso Internacional convocado por el Centro Poético, España, titulado "Un paseo por Vetusta", año 2011; "Bicicleta", resultó integrante de la nómina de poemas seleccionados para la Exposición de "Bicicultura", Chile, año 2010.

 

Van Gogh, aquél holandés alucinado,

que creyó construir una nueva pintura,

supo hacer de los colores y de las formas,

una perpetua cantera de vida

 

Un niño en una lúgubre alcoba

está meciendo su larga barba.

Pero, ¿quién dirá su futuro?

 

Atisbo un cuchillo,

un cuchillo de bronce,

que refleja nácar en su empuñadora

y que en el Oriente se tiñó,

dudosamente,

de escarlata.

 

Un vendabal de razones de hierro,

reluce bajo la quimérica fachada

de un edificio lindero

que escapa, mitológicamente,

a los desvaríos del perro:

es hora de agotar la lucha

 

Bycle, bycle,

I m ridding on my bycle.

Evoco la melodía pegadizaa

y algo heroica

(al menos épica)

de Queen.

El hombre tiene una

relación singular

con su vehiculo:

es su caballo

de oro

 

Séneca se enfrenta a la muerte

y las lágrimas no son filosóficas

como alguien escribió.

El baño caliente se demora

y las aguas adquieren un tono rojizo,

acaso, perpetuo

 

                                                                                       Juan Bautista Pfeiffer

 

 

 

 

 

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14 agosto 2010 6 14 /08 /agosto /2010 05:30

Por medio de este artículo, me propongo asentar (sobre bases rigurosamente lógicas), algunas consideraciones sobre el problema de la existencia de Dios.

Como primera medida en ese sentido, me parece pertinente principiar por establecer qué se puede afirmar como incontrovertiblemente cierto e insusceptible, en consecuencia, de ser objeto de impugnación con miras a una refutación. Para ello considero que, al modo de Descartes -y, antes aún, de San Agustín- es necesario empezar por asumir el problema de la existencia, es decir, el problema del Ser. Es decir, lo primero que se impone a nuestra conciencia -llamémosla así- es que existimos. Mejor aún, deberia ponerme en un plano rigurosamente personal y decir: Pienso, por tanto, existo. Incluso: Existo, Algo hay. A nuestros ojos, a nuestros sentidos (aparentemente) se nos presenta un pluralísimo y multiforme "mundo" o "universo" (también en apariencia) de objetos relacionados entre sí por cadenas de causalidad; pero, no obstante ello, no sabemos aún si esta aparente realidad es tal, dado que (como también lo sugieren nuestras observaciones) existe una amplia posiblidad de cometer desaciertos en nuestras afirmaciones. La experiencia lo corrobora incesantemente. Esto nos lleva necesariamente a plantear el problema de lo que llamaré la "Imperfección". La sola posiblidad -sabemos que es mucho más que ello- de errar, más el tema del sufrimiento, nos pone en evidencia que estamos sumidos en una dimensión de "Imperfección"; no somos absolutamente felices, ni en el sentido aristotélico, es decir, entendiendo por tal la contemplación plena y sin cortapisas de la verdad, ni en un sentido más pascaliano, si se quiere, es decir, en tanto "cañas pensantes". Por otra parte, la presencia del "mundo", notable en muchos sentidos, con todo lo bueno y lo malo que en él vemos, nos plantea el problema de la existencia. Estamos hablando ahora del Ser, en sentido amplio. Me incluyo a mí mismo -en tanto participo del sufrimiento y de la incerteza congnoscitiva- y a todo lo que exise (o parece existir, con otros seres aparentemente sufrientes y en estado de incertidumbre) (en ese Ser que, como vimos, es imperfecto). Pero parece inconcebible la existencia de un "mundo", de un "Ser", que no tenga un origen.

Por otra parte, un origen -que se impone a nuestra inteligencia con carácter necesario, para decirlo en palabras de Leibniz, como verdad de razón que, a su vez, no puede reconocer ningún otro origen fuera de sí mismo-, es decir, un existente por sí mismo- (Dios, omnipotente) parece ser casi lo único que se presenta como incontrovertiblemente cierto a nuestra -mi, en rigor, inteligencia- ya que de lo único que puedo estar cierto es del Ser (todo lo demás "no es certero"): lo exclusivamente inequívoco en cuanto tal, en cuanto realidad es el Ser, pero su existencia hace que esté presupuesta la noción de Dios, ya que es inconcebible un ser que no sea por sí; pero ésto nos lleva a la cuestión de la Perfección, ya que parece indudable que un Existente incausado no lo sea; aunque contrastada esta realidad con otra realidad de Imperfección de sufrimiento, de incertidumbre, parece ponernos en la senda de que lo que es radicalmente perfecto no puede -no debe- ser lo mismo que es sufriente, incierto, es decir, de lo único que podemos estar ciertos es de la existencia de Dios= Perfecto y presumiblemente vs. lo "otro" "Lo Imperfecto" (a no ser que ésto fuera solamente una imagen en la mente nuestra, al propio tiempo, mente que existe sólo como idea en la mente de un ser que puede tenerla (aquí el panorama se vuelve más confuso porque, ciertamente, de nada de lo que hay en este terreno se puede estar seguro; ni siquiera de nosotros mismos, mejor aun de mí mismo). De todo ello se colige que apenas podemos estar ciertos de unas pocas cosas, muy pocas realmente, pero lo suficiente como para rebatir el escepticismo absoluto. Lo que podemos asumir como indudable es lo siguiente: La existencia del Ser y -por consiguiente- de su origen "eterno" (Dios, con su Omnipotencia implícita y Perfección, presupuesto que el Ser no puede surgir del No Ser). Y, con carácter presuntivo, aunque altísimamente verosímil- "casi cierto", la existencia de algo que no es Dios o es "No Dios" (Lo Imperfecto). En ese terreno, estoy yo en cuanto racional limitado y -presuntivamente- todo lo que es "No Yo"  "No Dios".

 

                                                                                                     Juan Bautista Pfeiffer

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25 julio 2010 7 25 /07 /julio /2010 22:32

Una de las doctrinas centrales del filósofo francés René Descartes es la división entre res cogitans y res extensa. Una explicación didáctica, de las mejores que conozco, es la ofrecida por el Profesor J. H. van den Berg (Psicología y Fe, Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1963), de la Universidad de Leiden, que aquí se transcribe:

 

"A la antigua pregunta: ¿qué soy yo? Descartes da en 1637 una contestación nueva. El que mentalmente pueda prescindir de su cuerpo sin que ello ponga fin (mentalmente) a su existencia le conduce a la conclusión de que él no es su cuerpo. Por la misma sencilla razón tampoco es sus cosas. Ya que también de las cosas se puede prescindir mentalmente, mientras que el pensador subsiste; el propio hecho de poder prescindir mentalmente es la mejor prueba de la permanencia de la propia realidad. En consecuencia, dice Descartes, yo soy un asunto que piensa, totalmente separado del cuerpo, independiente de las cosas materiales. Con ello Descartes -al igual que Lutero, pero por razones muy distintas- mostró una clara preferencia por ese interior pensante, dubitativo: es lo que está más cerca. A las cosas y al cuerpo llego sólo a través de los sentidos, que peden engañarme de mil maneras distintas, a mí mismo no necesito llegar, porque soy ya eso mismo".

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25 julio 2010 7 25 /07 /julio /2010 05:48

Edictos de fuego

 

Cálices de nácar

revelan las parodias de

los sueños.

Es una región anónima

que puedo llamar mía

 

En la rueda de amatista

hay ángeles ígneos

como regueros luminosos

que cantan a la salud de los hombres

y entonan alabanzas a Dios

 

En una radio de baquelita

del año 40

con bujías de fuego

todavía cantan los profetas

 

En un espejo de marco dorado

hay una imagen terrible

¿Una mano de fuego,

un fantasma?

 

                                                                                         Juan Bautista Pfeiffer

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24 julio 2010 6 24 /07 /julio /2010 23:18

Cuentos que me apasionaron es el título de una recopilación ensayada por Ernesto Sábato y un título equivalente podría utilizar para bautizar, precisamente, una lista de títulos privilegiados en la esfera de los cuentos. En una ocasión anterior ya he abordado el tópico, en el que reincido.

 

El verdugo de Honoré de Balzac

Los expulsados de Poker-flat de Francisco Bret-Haute

La esperanza de Villiers de L isle Adam

El entierro de Roger Malvin de Nathaniel Hawthorne

Comprenda quien pueda de Luc de Bérimont

El carozo de guinda de Yuri Olescha

El natalicio de la infanta de Ocar Wilde

Cuatro bestias en una de Edgar A. Poe

El collar de Guy de Mauppasant

 

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